¿Tienes hambre? Pobre...[Adam Alexandros]

Ah...El mercado de Orbis...Se decía que el mejor de los continentes. No había visto el resto, pero probablemente lo fuese, por la gran cantidad de puestos, la amabilidad de las personas y la tranquilidad que se respiraba.
Llevaba un vestido largo rojo oscuro con el estampado de rosas grises sin mangas ni tirantes (vamos, palabra de honor), unos zapatos algo elevados negros, un precioso collar pegado verde pistacho, con una bolita granate y una piedra negra, y un bolso marrón de cuero que llevaba cruzado.
Me había esmerado preparando el pelo, pero un ligero viento lo había revuelto por completo, y se había quedado en un ondulado salvaje.

Había comprado un anillo plateado bastante bonito, cuando noté que alguien me tiraba levemente del vestido-Oh...¿Quién demonios?-Mi frágil corazoncito se partió en mil pedazos al ver a un niño pequeño (unos cinco años) algo sucio, muy delgado y despeinado-¿Qué deseas, pequeño?-Me imaginaba su respuesta. Contenía las lágrimas como podía, hasta que una voz dulce dijo '' Comida, o un poquito de dinero con el que pueda comprar algo''
Si era uno de esos niños entrenados para robar y engañar, me daba igual. Lo tomé levemente de la mano, y le llevé a un puesto de frutas. Me agaché a su altura, y le di mitad del dinero que tenía- Compra toda la ropa y accesorios que necesites, de la comida me encargo yo. Vuelve en unos diez minutos, y tendrás comida.-Sonreí. El niño entusiasmado, correteaba por los puestos.
Saqué el libro del bolso, y una pequeña bolsa de papel marrón, y me escondí, teniendo aún a la vista el puesto. Extendí la mano, y varias manzanas llegaron en un rápido abrir y cerrar de ojos a la bolsa. Recurrí a lo mismo con varios alimentos.
Cuando el niño llegó, le di la bolsa y acaricié su mano-Ahora corre. Nadie tiene que saber que te he ayudado.-Me levanté ya que me había agachado a su altura otra vez, y me fui.

Por las calles, noté algo en mi cuello. Me sangraba la nariz por tanto esfuerzo con la magia-Mierda...-Me la toqué varias veces, y busqué desesperadamente una tela, o algo en mi bolso.

¡Perfecto! Había hecho cola y todo. Por supuesto que pensaba gritarle a cualquier idiota que se atreviese a levantar la mano despectivamente y soltar una animalada.
Me giré con pocos ánimos para ver a la persona que me había tratado de usted. Por lo menos tenía respeto, sería agradable...
Madre mía. ¿Ese era...? Sí, sí era. Abrí la boca algo atontada sin saber bien que decir, pero me quedé un poco a cuadros cuando sacó el pañuelo de seda, y más sabiendo quien era-No...No es nada, parará solo...Son manchas difíciles de quitar y una tela sensible.-Dije a modo de disculpa por haberle hecho perder el tiempo...Tonta, tonta, tonta. Me tapé la nariz con el dedo, sonriendo, dando a notar que no era nada.
-Bueno...Y...¿Qué tal?-Mira que era tonta. Hala, hablarle así, como si nada. Cerré los ojos fuertemente, y al abrirlos, hice una mueca extraña.
Me estaba pasando siendo tonta-Yo...Eh...Perdón por haberle molestado, no era mi intención pararle en medio de la calle y esas cosas...-Me disculpé poniendo las manos a la altura de la barriga, juntándolas e inclinándome levemente.