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¿Mordiscos de moralidad? Los bufones a la noche, por favor... [Llamada a las bestias, parte I] (Privado)
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¿Mordiscos de moralidad? Los bufones a la noche, por favor... [Llamada a las bestias, parte I] (Privado)
Una docena de demonios sin valor alguno se arrodillaron ante mí. Yo, con la espalda apoyada de mala manera a uno de los brazos de mi trono, y las piernas colgando junto al otro, asentí sin darle demasiada importancia.
- Mi señora... ¿pod-podemos retirar-retirarnos ya? - Le temblaba la voz al que supuestamente actuaba de portavoz. Eran tan inocentes; una vergüenza para las fuerzas del mal - La t-tarea que nos encargasteis ha fina-nalizado.
Alcé una ceja al oír como los diez diablos tragaban saliva. Probablemente lo único que querían era largarse cuanto antes de la corte y volver con las familias de las que yo en persona les arrebaté.
- Tu regreso al poblado no sería en vano, desde luego... - Dije, levantando un poco la cabeza para mirarlo directamente a los ojos - Podrías contar a tus retoños el cómo serviste a la reina oscura, numerar infinitamente las incalculables muertes que en estos dos años han pesado sobre tu conciencia... - Sonreí, invitando al veterano demonio a que se me acercara, con un gesto sensual - Una lástima, pues de tu garganta no serán relatadas tantas hazañas, mas tus jóvenes amiguitos podrán hacerlo en tu lugar - Lamí mis labios, y luego pasé la lengua por el cuello del demonio. La piel de la parte del cuello que le chupé comenzó a tornarse de un color rojo, hasta que él intento gritar, ya que poco a poco, la garganta se estaba carbonizando - Creo que así aprenderás a decir a tus superiores lo que van a hacer contigo, más que nada, porque jamás hablar podrás... - Miré a sus compañeros, muy seria - Aprended de esto, pues sé que uno de vosotros nueve me traicionó al revelar un secreto de la corte - Mi voz se escuchó en la mente de uno de los diablos, el más cobarde de todos "Sí, pequeño... te oí contar a los tuyos la profecía que mi oráculo predijo para mí" - Sintiéndolo mucho, he de hacerlo - Alzando los dedos de las manos, rayos de electricidad demoníaca redujeron a llamas los nueve cuerpos. Miré al ahora demonio mudo - Que pena... al final nadie contará tus hazañas. Siempre podrás escribirlas... - Reí con maldad y le ordené desaparecer de mi vista algo más autoritaria al cabo de un rato.
Ahora llegaba la parte divertida, donde realmente, el esfuerzo de esos diez demonios merecería la pena.
- Mi señora... ¿pod-podemos retirar-retirarnos ya? - Le temblaba la voz al que supuestamente actuaba de portavoz. Eran tan inocentes; una vergüenza para las fuerzas del mal - La t-tarea que nos encargasteis ha fina-nalizado.
Alcé una ceja al oír como los diez diablos tragaban saliva. Probablemente lo único que querían era largarse cuanto antes de la corte y volver con las familias de las que yo en persona les arrebaté.
- Tu regreso al poblado no sería en vano, desde luego... - Dije, levantando un poco la cabeza para mirarlo directamente a los ojos - Podrías contar a tus retoños el cómo serviste a la reina oscura, numerar infinitamente las incalculables muertes que en estos dos años han pesado sobre tu conciencia... - Sonreí, invitando al veterano demonio a que se me acercara, con un gesto sensual - Una lástima, pues de tu garganta no serán relatadas tantas hazañas, mas tus jóvenes amiguitos podrán hacerlo en tu lugar - Lamí mis labios, y luego pasé la lengua por el cuello del demonio. La piel de la parte del cuello que le chupé comenzó a tornarse de un color rojo, hasta que él intento gritar, ya que poco a poco, la garganta se estaba carbonizando - Creo que así aprenderás a decir a tus superiores lo que van a hacer contigo, más que nada, porque jamás hablar podrás... - Miré a sus compañeros, muy seria - Aprended de esto, pues sé que uno de vosotros nueve me traicionó al revelar un secreto de la corte - Mi voz se escuchó en la mente de uno de los diablos, el más cobarde de todos "Sí, pequeño... te oí contar a los tuyos la profecía que mi oráculo predijo para mí" - Sintiéndolo mucho, he de hacerlo - Alzando los dedos de las manos, rayos de electricidad demoníaca redujeron a llamas los nueve cuerpos. Miré al ahora demonio mudo - Que pena... al final nadie contará tus hazañas. Siempre podrás escribirlas... - Reí con maldad y le ordené desaparecer de mi vista algo más autoritaria al cabo de un rato.
Ahora llegaba la parte divertida, donde realmente, el esfuerzo de esos diez demonios merecería la pena.
Lilith- Reina del Mal
- Mensajes : 21
Oro : 1029
Fecha de inscripción : 02/09/2011
Localización : Las Tierras Desoladas
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